domingo, 2 de octubre de 2011

De Seattle hasta el Parque Nacional de Reedwoods

Islas Fiji, 23 de septiembre de 2011
De Seattle hasta el Parque Nacional de Reedwoods

Vista del Monte Rainer desde Seattle
Desde Chicago volamos hacia Seattle y nada más llegar nos dimos cuenta de que estábamos en una ciudad muy especial, moderna, abierta y sobre todo muy divertida ; solo llegar Blanca fue al lavabo del aeropuerto y vio un urinario colgado verticalmente en la pared.  Junto a él  una nota explicativa: -“In Seattle we do things differently” que sería algo como: en Seattle hacemos las cosas de diferente manera!

Skyline de Seattle
Habíamos contactado con  Megan una de las grandes amigas de Alejandro, el primo de Quique… Pero la pobre tenía invitados así que nos envió a casa de Kate que tenía un hueco en su casa. Y Kate nos hospedó amablemente. Al día siguiente dimos un bonito paseo por la ciudad. Seattle es una ciudad costera con edificios modernos y calles empinadas rodeada de parques naturales y muchísima opción de deportes al aire libre. La población de Seattle es muy joven, amable y abierta, eso causa que se respire un ambiente relajado, la gente viste sin complejos con una variación entre lo sofisticado y lo extravagante, es fácil ver a ejecutivos con trajes divertidos y zapatillas Converse,  encima de una mountainbike corriendo por las calles de la ciudad o estudiantes con vestimenta a lo rockabilly y peinados imposibles. Entre sus particularidades tiene un curioso mercado al lado del mar en el que destaca una pescadería que parece un teatro.
Mercado de Pike en Seattle
El puesto se llamaba “Flying fish” así que Quique buscaba peces voladores pero no los vio hasta que de repente pasó un pescado sobre su cabeza y resulta que cuando un cliente pide un pescado uno de los tenderos lo agarra y lo lanza hacia un compañero situado en la báscula para que lo pese y acto seguido lo lanza hacia otro que se encarga de embalarlo… Además durante la jornada van entonando diversos cánticos para subir el ánimo… Y vaya si lo hacían, aquel puesto no paró de vender pescado en toda la mañana!

Kike & Blanca de cañas con Meg.
Callejeamos por las bonitas tiendas de Seattle y por la tarde nos fuimos al Space Needle. ¡ Otra torre para la colección!. Esta torre es el edificio más emblemático de la ciudad y forma parte del recinto ferial del Seattle Center (donde hay edificios muy modernos para albergar conciertos, ferias…etc. Subimos arriba de la torre y las vistas nos parecieron preciosas).
El Space Needle


La biblioteca municipal de Seattle


El Skyline de Seattle
Al día siguiente fuimos a buscar el coche de alquiler que nos acompañaría durante las siguientes seis semanas, así que nos fuimos directos a la aventura y dejamos algunos rincones para explorar a la vuelta!
 


El Hoh Forest
Nuestro primer destino  de la ruta era el Olympia National Park, así que embarcamos nuestro Ford Focus Silver en un ferry en el muelle de Seattle y partimos hacia la Olympic península. Los días siguientes rodeamos la península, las carreteras discurrían entre bosques de coníferas altísimas y nos paramos en distintos lugares para hacer caminatas, en especial nos gustó el “Hoh forest” un bosque húmedo donde crecían musgos y líquenes por todas partes. Caminar por él era un auténtico placer, pudimos ver ciervos y alces.

 
Vistas de las playas del Olympic

El parque cuenta con numerosas playas, muy frías y envueltas en una misteriosa neblina. A veces, la niebla se esparce y se pueden ver los farallones rocosos en el océano. No es una costa para ir a tomar el sol pero ahí radica su encanto.






El Monte Sta. Helena


Pigargo Americano

Desde el Olympia tomamos la carretera 101 por la costa del Pacífico y empezamos nuestra ruta hacia el sur. Entramos fugazmente hacia el interior para ver el Monte Santa Helena un volcán que entró en erupción en 1980 y que causó una de las mayores catástrofes naturales de los Estados Unidos. Desde esa fecha el volcán redujo su cumbre de 2950m a 2550m. Durante su erupción una enorme avalancha de fangos y escombros arrasó todo lo que encontró a su paso destruyendo muchísimas hectáreas de un bosque que debió ser muy similar al que habíamos visitado en el Olympic. El paisaje que vimos era el de un volcán cuyo cono se había desplomado y le faltaba una parte entera de la pared, por lo que el cráter actual tiene forma de herradura. Desde la abertura se puede ver perfectamente la devastación que dejo la avalancha tras de sí ya que apenas hay árboles…

Después de tanta catástrofe natural quisimos una dosis de urbanismo así que nos dirigimos a la ciudad de Portland que es la ciudad más grande de Oregón.  Y tal como ya nos habían dicho, Portland no tiene nada en concreto pero a la vez tiene mucho, ya que es una ciudad muy ecológica o como dicen los americanos “ environmentally friendly”. Y si, Portand es otra de estas ciudades a la que llegas y sin saber muy bien porque y luego no quieres irte, es un lugar emprendedor, fresco, joven, y sin impuestos...ahí radica parte de la gracia! Uno paga lo que ve en las etiquetas o carteles, nada de cánones escondidos o tasas del estado, aquí todo se simplifica y eso levanta el ánimo! Portland además tiene un clima estupendo lo que favorece que la ciudad esté llena de parques y terrazas al aire libre. En resumen, fue una maravilla pasear por esta ciudad sin tener el compromiso de visitar nada en particular.
Vistas desde la carretera 101 por el Pacífico
El puente Yaquina Bay
Al día siguiente nos dirigimos hacia la costa, no queríamos perdernos nada de la “scenic highway 101”, que sería algo así como carretera con vistas panorámicas. La próxima parada fue en el Siuslaw National Forest, un parque que se extiende desde Tillamook hasta el  sur de la costa de Oregón.





Este parque tiene un poco de todo; tramos de bosques húmedos como los que habíamos visto en el Olympia Park, praderas de pasto con vistas al Pacífico, playas eternas con bravo oleaje y lo más singular de todo: unas dunas altísimas de casi 150 metros sobre el nivel del mar. Estas dunas nos llamaron muchísimo la atención y es que no esperas encontrarte con este paisaje después de tanto bosque húmedo. La zona de las dunas se extiende más de 60 km a lo largo de la costa. Las arenas provienen de una cordillera de areniscas cercana; la lluvia erosiona las rocas y los ríos transportan las arenas hacia la costa. 






Los fuertes vientos se encargan de transportar la arena y de formar un paisaje de dunas móviles más característico de los desiertos. Las dunas al moverse van sepultando bosques enteros y resulta extraño ver a los árboles semienterrados sobresalir entre la arena. El área es una zona recreativa dónde uno de los pasatiempos principales es recorrer las dunas a toda velocidad a bordo de un quad o un boogie saltando y haciendo la cabra… Nosotros teníamos suficiente con dar una bonita caminata que es gratis.
Durante una de las caminatas nos encontramos una pareja muy amable que nos recomendó la visita a otro Parque Nacional de Oregón; el Crater Lake. Así, que sin mirar mucho las distancias sobre el mapa, nos dirigimos hacia allí, pero tal y como nos pasa a todos los españoles en los Estados Unidos, lo que tenía que ser un excursión de 2 ó 3 horitas acaba siendo un viaje de un día entero!. Pero al final llegamos, y nos encantó! Qué gran sorpresa; un antiguo volcán convertido en un gigantesco lago azul, y por si fuera poco, el más profundo de los Estados Unidos.
Vistas del Crater Lake
 En este caso, al igual que el monte Sta. Helena, el volcán llamado Monte Mazama también explotó, pero aquí la explosión fue monumental y ocurrió hace miles de años, el monte perdió su cima y conservó el cono que es donde se han ido acumulando las aguas procedentes de las nieves invernales dando lugar a este bonito lago azul.

Los Pináculos
El parque también tiene otras curiosidades como la zona de los Pináculos, se trata de un extraño paraje a base de fumarolas de cenizas solidificadas. Los gases calientes, las cenizas, y las piedras pomáceas fueron colmatando las grietas y oquedades del suelo formando fumarolas. Cuando la erosión fue desgastando el terreno aparecieron estos pináculos que son estas cenizas y rocas petrificadas.








Un Redwood muy grande...the Big one!
Después de adentrarnos por tierras de Oregón decidimos volver a la costa y seguir rumbo California. Así que sin darnos cuenta el paisaje iba cambiando, y de playas larguísimas con dunas pasamos a bosques de secoyas altísimas, sí, nos estábamos acercando a los Redwoods.  
El Parque Nacional de los Redwoods empieza en la zona limítrofe entre el estado de Oregón y California y discurre por la costa hasta la población de Trinidad. 

Un bosque de Redwoods
La carretera 101 se convierte en un agradable paseo entre enormes árboles más propios de un país de gigantes, pues entre ellos uno se siente completamente enano.









Avenida de los Gigantes




Los Redwoods son un tipo de secoyas (Aclaración: hay 2 tipos se secoyas en el estado de California; las Secoyas de la Costa que crecen en el litoral del Pacífico y que los americanos llaman Redwoods; y luego están las Secoyas Gigantes, que crecen en la zona de Sierra Nevada y que los americanos llaman simplemente Sequoia) que necesitan del clima templado y húmedo de la costa del norte de California; en algunos casos superan los 100m de altura y tienen unos troncos formidables de hasta 8m de diámetro, cada una de sus ramas podría ser un árbol entero de los nuestros…

A la derecha una manada de ciervos en los Redwoods

Atravesamos la famosa y nunca mejor dicha Avenida de los Gigantes (una ruta alternativa, paralela a la 101) para continuar hacia al sur, hacia la ciudad de San Francisco