lunes, 13 de junio de 2011

Llegada a Venezuela -Excursión al Roraima-


Caracas, Venezuela 12 de junio de 2011

Tepuy Kukenan

Llegamos a Sta. Elena de Uairén después de un largo viaje en autobús desde Manaos y parando brevemente en Boa Vista, la última ciudad de Brasil. Cruzar la frontera fue rápido y fácil; ni registros ni colas ni nada de aquello a lo que estábamos acostumbrados. De manera que, un sello por aquí, otro por allá y sin darnos cuenta, ya estábamos en Venezuela.
  
Llegamos por la tarde de un sábado, agotados después del largo viaje con la intención de reposar un algún día mientras planificábamos la excursión de 6 días al monte Roraima,  pero rápidamente y casi sin darnos cuenta nos vimos inmersos en una sucesión de acontecimientos que harían que nuestra visita al Roraima fuera para el día siguiente.
El tema era que en temporada baja no salían excursiones todos los días sino que como mucho salía uno o dos grupos a la semana (conviene que el grupo de visitantes sea como mínimo de 4 personas ya que si es menor el precio por persona es mayor). Así que, temiendo quedarnos estancados en Sta Elena esperando que llegaran otros turistas, decidimos unirnos a un grupo que iba a salir al día siguiente…  Era por la tarde y llovía, teníamos que hacernos con ponchos para la lluvia, repelente para mosquitos (el amazonas había acabado con todas nuestras provisiones), un frontal de luz, bastones de trekking (es decir palos de escoba; véase Torres del Paine),  además teníamos que hacer un lavado de ropa, cambiar dólares en el mercado negro, cargar las baterías de la cámara,  vaciar las tarjetas de memoria, preparar las cosas que íbamos a llevar, empaquetar lo que no en el depósito del hostal y supongo que alguna cosa más que ya no recuerdo. Por si fuera poco debíamos hacerlo rápidamente para que no cerraran las tiendas y llovía a cántaros. Tuvimos suerte; gracias a la ayuda de la gente local lo conseguimos y al día siguiente por la mañana estábamos preparados.
 Nos desplazamos en 4x4 hasta San Francisco de Yuruaní, un antiguo poblado indígena,  dónde se unieron los que iban a ser nuestros porteadores, tras un rápido desayuno nos llevaron a Paraitepui  donde se iniciaba el camino hacia el Tepuy Roraima.
Nuestro grupo expedicionario ya estaba completo, además de Quique y Blanca estaban Jessica de Argentina y Olga de México, dos encantadoras muchachas que iban a compartir con nosotros las alegrías y penurias de esta particular aventura. Con nosotros, naturalmente estaba el que iba a ser nuestro guía, Roger, al que más adelante Jessica bautizaría cariñosamente como Doctor Roger por haber asistido, sin él quererlo a dos mujeres que se pusieron de parto sin previo aviso. También iban con nosotros tres porteadores, quienes iban a cargar con las tiendas de campaña,  la cocina portátil, las provisiones para todos los días e incluso un lavabo portátil pues no está permitido dejar por ahí residuos humanos.
Olga & Yessica

Doctor Roger, Omar y Jesús



El resto del día lo dedicamos a caminar los 12 km que nos separaban del primer campamento, el camino era bastante plano y transcurría  a través de un paisaje que en Venezuela se conoce como la Gran Sabana. Básicamente son grandes praderas salpicadas de bosques tropicales en sus valles y junto a los ríos. El camino era fácil, nuestra única preocupación eran las sepientes de cascabel, pues son muy abundantes en esta región. -¿Roger, y esas serpientes de cascabel? ¿No serán peligrosas verdad?- preguntamos- A lo que Roger contestó: - Mortales!-. Nada, que otra vez liados en un sitio “Full of Dangers” como diría nuestra amiga Ana.

A mitad del trayecto pudimos ver la silueta fantasmagórica del Tepuy Roraima, una gran meseta de abruptas paredes verticales que suben hasta su cima a 2.800m de altitud y oculta casi permanentemente por una densa neblina.
Paredes verticales del Roraima

Su vecino d all lado, conocido como Kukenan-Tepuy vierte las aguas de la que dicen que es la segunda cascada más alta del mundo con una caída no interrumpida de casi 700m de altura.























1er Campamento
Cuando llegamos, nuestros porteadores ya habían montado las tiendas y nos tenían preparada una suculenta cena a base de carbohidratos (al día siguiente los íbamos a necesitar). Quique también degustó un plato indígena; termitas con ají. Las termitas no supo que sabor tenían pues eran tan picantes que después tuvo que estar bebiendo agua durante un buen rato... Aquella tarde, tras varias anécdotas hilarantes contadas por el Doctor Roger nos fuimos a dormir temprano.
Cruzando los ríos


El segundo día nos levantamos a las 5:30 de la mañana, y después de un nutritivo desayuno y aún soñolientos preparamos las mochilas para partir. Teníamos que cruzar tres ríos y no había ningún puente. Llevábamos puesto el bañador así que cuando llegamos a la orilla del primer río nos quitamos la ropa y agarrándonos a una cuerda pudimos cruzar el primer río mojándonos sólo hasta la cintura. Ese fue fácil. Para los dos siguientes el sistema era el mismo sólo que éstos llevaban mayor caudal por lo que había que cruzarlos con el agua hasta el pecho con una fuerte corriente. Nuestros porteadores y el Doctor Roger nos ayudaron y llegamos con gran alivio a la otra orilla. Superados los ríos subimos la pronunciada subida hasta el segundo campamento.

 Selva densa subiendo el Roraima

Al día siguiente debíamos subir hasta la cima. De nuevo salimos temprano e iniciamos la empinada subida. Primero atravesamos un denso bosque tropical y atravesamos varios ríos, esta vez y tal como decía nuestro guía: -“Para cruzar los rios; si poca agua saltas piedra en piedra,  si mucha agua mojas zapatos”.  No sé porqué, pero todos supimos que a nosotros nos iba a tocar mojarnos los zapatos. Así fue. Nuestras botas ya no volvieron a estar secas para el resto de la excursión. Además llovía. Nos dimos cuenta de que el agua nos iba a acompañar el resto del viaje y que estar calados estaba dentro de lo normal. El camino estaba lleno de rocas resbaladizas y subimos como podíamos; que si ahora me ayudo con esta raíz, que si ahora hago esta filigrana que si ahora, ups! bueno ahora sí que me caigo y… pero no. En fin, íbamos subiendo… Luego quedaba otra parte; La Subida de las Lágrimas donde teníamos que pasar por debajo de una cascada. Según Doctor Roger: “Si no hay lluvia, no cascada - y si hay lluvia, te mojas entero ” Y claro, a nosotros nos iba a tocar mojarnos enteros. Y de qué manera, llegamos a la cascada y caía un enorme chorro de agua.
Paso de lágrima, y Quique muy mojado!!!


 Allí ya daba igual, botas, pies, mochilas, cuerpo entero pero había que subir. Desde arriba caía agua, por el camino bajaba agua. Nada, que agua por todas partes. Lo único importante era que el saco de dormir no se mojara… Bueno, que no se mojara mucho… Seguimos subiendo, llevábamos 4 horas de empinadísima subida. Y de repente… sí, de repente la cima.
Campamento - Hotel San Francisco
No nos los creíamos, estábamos en medio de un paisaje totalmente extraño. Rocas con formas caprichosas, plantas raras, niebla. Seguimos al Doctor hacia nuestro hotel y cuando llegamos,. Nuestros porteadores, ¿Cómo? Estaban allí desde hacía rato, habían montado las tiendas y nos habían hecho chocolate caliente. Con lo calados que estábamos no podíamos desear nada mejor.
El salón principal y las habitaciones!

Vistas desde la cima
Por la tarde y al día siguiente por la mañana estuvimos explorando la cima entre la niebla. El Doctor dijo:-“Con buenos turistas hay buen tiempo”. Y ya está, supimos que no íbamos a volver a ver el sol en toda la excursión.

  La cima del Roraima tenia hoteles en cuevas, yacuzzis en las rocas y avenidas muy estrechas y resbaladizas!


La niebla del Roraima


Paisaje de la cima del Roraima

Plantas carnívoras

Ranas del Roraima


Los Tepuyes de la Gran Sabana son las formaciones más antiguas de la tierra. Antiguamente toda la gran sabana era un gran depósito de arenas que fueron formando rocas areniscas. Luego se fueron erosionando, las partes más duras tuvieron una erosión más lenta dando origen a los tepuyes que son como las rocas que han “sobrevivido” cuando todo se ha erosionado. Las cimas de ellos han estado aisladas durante millones de años y por eso existen multitud de especies que han evolucionado sin ningún contacto con el resto del mundo y sólo se dan en estos lugares. Vimos asombrados extrañas plantas carnívoras, diferentes tipos de orquídeas y ranas del tamaño de un dedal entre otras rarezas. 


Planta carnívora

Cuarzo

Otra cosa curiosa era la formación de cristales de cuarzo pues la cima está llena de afloramientos cristalinos de diferentes colores y tamaños.


Hongos rojos



Vistas desde la cima

Caminamos entre las laberínticas rocas y nos asomamos al borde del Tepuy en su parte que da a la Guayana Esequiba y a Brasil y contemplamos (cuando la niebla lo permitió) una densa selva totalmente virgen. Nos dijeron que había muchas partes de esa selva que estaban totalmente sin explorar; demasiado peligroso.
Por la tarde nos pusimos en marcha para descender el Tepuy.  Esta vez no había tanta agua, pero las rocas resbalaban igual, así que muy despacito fuimos bajando. Y lo hicimos muy bien porque sólo nos caímos unas cuantas, pocas, de veces. Hicimos noche y el día siguiente cruzamos los ríos, esta vez ya sin tanta agua. Al llegar al último nos dimos un buen baño para celebrar que todo había salido bien. Y de repente, se nos apareció el sol como a los buenos turistas.

Regresamos a Sta Elena dónde esta vez sí que necesitábamos un descanso antes de continuar nuestra ruta hacia el Norte, al archipiélago de Los Roques.