miércoles, 25 de enero de 2012

New Zealand

Myanmar, 15 de enero 2012.

New Zealand, dedicado con admiración a la familia Ferraby.


Hoy os explicaremos lo que hicimos durante nuestros días en Nueva Zelanda, sin duda, uno de los capítulos mas entrañables y bonitos de nuestro viaje.
Después de nuestra pausa en las Fiji nos dirigimos a la isla sur de Nueva Zelanda. Allí nos quedamos un mes; 19 días recorriendo los maravillosos rincones de la isla y 11días de voluntarios en la granja/jardín orgánico de los Ferraby.

Paisaje típico de Nueva Zelanda

Algunos de vosotros ya sabréis de lo que hablamos, pero por si acaso os pillamos por sorpresa os pondremos en contexto y os contaremos el motivo de nuestra acertada decisión.
Todo empezó a mediados del mes de julio cuando todavía estábamos en Chicago, Carolynne nos contó que sus hijos y los amigos de sus hijos habían hecho una Woofing Experience (algo así como un tipo de voluntariado en granjas orgánicas). Donde se trata de trabajar unas 5 ó 6 h. diarias en la granja a cambio de alojamiento y comida. Sus experiencias habían sido muy positivas, así que decidimos informarnos más profundamente de esta organización mundial y realizar alguna de estas "Woofings" a lo largo de nuestro viaje. Finalmente, nos decidimos por Nueva Zelanda. La oferta de granjas era amplísima y no pedían mucha experiencia (lo que era muy importante, porque los dos andábamos muy cojos en temas rurales!).


Vista de pájaro sobre la costa de Nueva Zelanda
Así que antes de partir rumbo a la isla sur de Nueva Zelanda, ya teníamos la Woofing Experience contactada, nuestra fecha de entrada en la granja era la 1era semana de Octubre, y nos quedaríamos unos 11 días en ella.


Pero volviendo a nuestra llegada a la isla, llegamos a Christchurch a finales de septiembre. Christchurch es la ciudad más habitada de la isla sur de Nueva Zelanda, y un lugar totalmente devastado por los terremotos que han tenido lugar durante el último año ( por lo visto más de 500). Pero los que provocaron más daño fueron los del mes de Febrero de 2011. El epicentro fue en el centro antiguo de la ciudad en plena acción del medio día, muchos fallecieron, y a día de hoy, no queda casa en pie, todo esta vallado por peligro de derrumbamiento inminente. La imagen del centro de Christcurch es desoladora, se te encoge el estomago y se te pone la piel de gallina al ver como ha quedado una de las ciudades con más historia y vida de la isla sur. Cuesta imaginarse lo terrible que ha sido para esta pobre gente sobreponerse a esta desgracia y continuar conviviendo a diario con los temblores que no paran de acechar la ciudad. Aún así, pudimos hablar con muchos locales y todo el mundo esta esperanzado con la idea de reconstruir la ciudad y no parecen haber perdido el ánimo ni la ilusión. Toda una lección de perseverancia.


Valles de Waipara
 Después de 2 días en Christchurch nos entregaron nuestro pequeñito coche de alquiler, un Toyota Starlet del 95 en muy buen estado y muy barato. Este fue nuestro fiel compañero de viaje por la solitarias carreteras de la isla sur.  Ese mismo día hicimos camino hacia Waipara y nos paramos a dormir en un camping muy curioso donde unos vagones del tren eran bungalows y la cocina era la antigua estación de ferrocarril. Allí nos empezamos a dar cuenta de la especial sensibilidad que tienen los Kiwis por conservar todo lo antiguo y su particular manera de convertir los sitios en lugares entrañables; todo lo tratan con cariño! De allí proseguimos camino hasta Hammer Springs, un bonito lugar entre montañas con balnearios y baños termales.
La costa del centro este de Nueva Z.
 Nuestra intención era darnos un baño, pero al final nos pareció caro y nos dio pereza, por lo que nos quedamos más que satisfechos  tomando un buen café en una terraza, y justo allí, conocimos al equipo de rugby de la selección de Australia, sí, ninguno de los dos sabía quien era esa panda de grandullones que estaban sentados a nuestro lado, pero todo el mundo les pedía autógrafos y fotos....así que tímidamente nos decidimos a preguntar....y sí, teníamos a unos de los rivales más importantes de la Copa Mundial de Rugby sentados al lado!. A lo largo de nuestra visita por la isla vimos muchos partidos donde esos gigantones repartían leña por doquier! 



Vistas durante nuestro aperitivo

Los días iban pasando y los dos estábamos ansiosos por empezar en la granja, pero antes había que celebrar el cumpleaños de Blanca. Tuvimos mucha suerte porque justo llegamos a Nelson una cuidad muy bonita y en pleno apogeo por la Copa Mundial de Rugby. Quique quiso regalar a Blanca un día de indulto, así que  nos dimos caprichos de príncipes: comimos un aperitivo en una terraza delante del mar con una buenísima copa de vino blanco de la zona, nos alojamos en un hostel muy acogedor (nos dimos el lujo de pedir una habitación solo para los dos) y por la noche cenamos en un restaurante gastronómico de la ciudad!

Vistas del Abel Tasman


El agua color caribe del Abel Tasman y su vegetación
Todavía nos quedaban unos días libres y ya que estábamos en el norte de la isla sur aprovechamos para hacer una caminata muy conocida y bonita por el Parque Nacional de Abel Tasman. Se trataba de caminar durante 3 ó 4 días entre bosques, pequeños riachuelos y playas desérticas. Primero tienes que pedir y pagar un permiso para acceder y pernoctar en el parque, luego te informas del pronostico del tiempo y por ultimo....decides cuanto quieres arriesgarte! En nuestro caso el tiempo pintaba mal, solo teníamos 24 horas de tregua y luego amenazaba con grandes chubascos. Finalmente, nos decidimos empezarlo y hacer lo que el tiempo nos permitiera. Nuestra excursión sólo duro 2 días, pero valió la pena, el camino es facilísimo y el paisaje era muy nuevo para nosotros (plantas raras, aves curiosas) y lo mejor, nuestro campamento; una playa de ensueño para nosotros solos! Cenamos con la puesta de sol y nos levantamos con el primer claro de alba. Teníamos mucha prisa, todavía nos quedaban 23 km por delante, el tiempo empeoraba por minutos y la lancha rápida para salir del parque partía a las 3 de la tarde.

Camino entre árboles helechos gigantes de N.Z-Wheki
Al final llegamos con tiempo suficiente, menos mal que tuvimos la opción de abandonar el lugar con la lancha por que el tiempo se puso bien feo!

Escapada en lancha!

Como la granja de los Ferraby está en la provincia de Malborough, nos decidimos por visitar antes los Malborough Sounds....pero lo dicho, sólo se quedó en intención, porque los días después de la excursión fueron una sucesión de diferentes estados de mal tiempo y cada vez a peor; lluvia intensa, chaparrones, tormentas, niebla espesa, viento fuerte...etc. Vamos, lo ideal para hacer turismo e ir de acampada!!! Desesperados por el mal tiempo, solo nos quedaba poner buena cara, y nos escondimos en un hostal encantador con hogar a leer y editar fotos para el blog.
Bienvenidos a las tierras de Ferraby, Awatere Valley, la casa estaba detrás de la arboleda.

Y llegó el momento tan esperado, nuestro primer día en la granja de los Ferraby. Barewood Garden (http://www.barewoodgarden.co.nz/ está en un caminito bien perdido a unos 40 km de Blenheim.

 Según nos íbamos acercando más contentos estábamos de la decisión tomada, aquello era precioso, un paisaje de postal de Irlanda per con el fondo de montañas nevadas. Y después de 17 km por una carreterilla rural llegamos a la casa de los Ferraby, la cual estaba rodeada de un jardín de ensueño y unos prados verdísimos salpicados por miles de ovejas. Al ver que el paraje que habíamos visto en las fotos era la pura realidad, se dibujó una sonrisa de satisfacción en nuestras caras. Siendo sinceros, escoger una granja del montón que había en la web de Woofing en Nueva Zelanda, fue bastante difícil, elegimos la granja de los Ferraby, Barenwood Farm, porque tenía un jardín precioso de flores y Blanca no pudo resistirse... Cuando vio las fotos del jardín, del huerto orgánico y la delicadez del lugar, lo tuvo clarísimo, y cuando le dijo a Quique que la Sra. Ferraby cocinaba como los ángeles, no hubo discusión.  Todo apuntaba que era nuestro sitio.

Pero volvamos a nuestra llegada a la granja, entramos con el coche por una carretera de ripio bordeada por altos árboles, y como colofón del camino, una fuente cascada y una  estatua de jardín romano dándonos la bienvenida.....qué lugar tan bonito! Una vez aparcamos el coche llamamos al timbre, los Srs. Ferraby; Carolynne, y Joe, nos abrieron la puerta muy amablemente. Y caramba! La casa era mucho más bonita que en las fotos, el jardín y el cesped estaban tan bien cuidados que daba reparo pisarlos. Enseguida nos mostraron nuestro dormitorio ( y por mucho que nos cansemos en describir el lugar .....la realidad supera con creces lo que os podáis imaginar...una habitación con todos los detalles; decorada con delicados tonos color beige, grandes almohadas, olor a lavanda fresca, y vistas de privilegio al jardín). Era tan bonita que no nos hubiera importado pagar una buena cifra por dormir en ella. Inmediatamente después, nos llamaron en la cocina donde Joe ya nos estaba preparando unos capuccinos buenísimos con su cafetera italiana ( los cafés de Joe han sido los más buenos de todo el viaje...y ahora que estamos en plena Asia...la memoria nos hace una jugarreta y lo recordamos con más intensidad...qué maravilla!) y Carolynne ya empezaba a deleitarnos con su mano de ángel y sus cakes caseros sabrosísimos ( todavía se nos hace la boca agua al recordar su cake de limón, o de nueces con dátiles...quien los pillara ahora!). Y eso que todavía no habíamos ni empezado a trabajar!!! Las siguientes horas los ayudamos a arreglar la casa y quitar el polvo de todo el porche porque por la tarde tenían una visita inesperada de Australianos y querían dar buena impresión.  Así que el primer día solo fue una toma de contacto y no trabajamos tan fuerte como esperábamos. Eso sí, nos tenían alimentados a cuerpo de rey.

En 11 días recuperamos el peso perdido y se nos puso una cara de salud que daba envidia.
El siguiente día era muy especial porque era el día de la siembra, es decir, la hermana de Carolynne y su marido venían para ayudarnos a sembrar el huerto, a transplantar y decidir qué plantar y dónde. Fue un día muy entrañable porque aprendimos mucho y nos enseñaron qué hierbas quitar, cómo transplantar, cómo airear la tierra, abonarla y finalmente sembrarla. Al cabo de unas horas trabajando tocaba la hora del te, y es que los Ferraby tenían la sana costumbre de parar a media mañana para tomar el te y un pedacito de delicioso cake, sí...algo así como para que no decaiga el ánimo y prosigamos trabajando contentos...qué maravilla! Más tarde nos dieron otra tarea; limpiar los vidrios del invernadero ya que estaban muy sucios y llenos de telarañas. Ese trabajito nos costó más de lo esperado, y cuando ya fueron las 3 de la tarde Joe nos pidió que lo dejáramos para el próximo día, que ya habíamos trabajado suficiente, pero ninguno de los dos quiso dejar la tarea a medias y lo terminamos. Joe y Carolynne quedaron muy agradecidos y todavía nos trataron mejor! Joe le preguntó a Quique si le gustaba la carne y Quique dijo que mucho!!! Así que por la noche, Joe se presentó con unos filetes de ternera de primera categoría y los cocinó en su barbacoa (posiblemente la carne más buena de todo el viaje!).


Carolynne nos preparó el pastel típico de N.Z. Pavlova.
Pero no sólo era la comida lo que nos tenía tan asombrados; era también el trato  maravilloso que tenían hacia nosotros.
 

Limpiando mejillones de NZ.












Joe y Carolynne son personas de "diez", extremadamente atentas, amables, respetuosas, y con un punto de humor muy divertido!
  

Joe & Carolynne

Cada noche cuando nos íbamos a dormir nos sentíamos agradecidos de la suerte que habíamos tenido al poder vivir esta experiencia al lado de Joe y Carolynne, ya que eran un gran modelo a seguir.
 
La ovejita!

Los siguientes días fueron una sucesión de pequeños aprendizajes rurales; nos enseñaron a podar, a conducir el tractor, a quitar malas hierbas, a recoger hojas y hacer compost. Y cada día hacíamos nuestro receso para el te de media mañana, nuestra comida ligera del mediodía, nuestros paseos por las cercanías de la finca ( los Ferraby junto con sus vecinos, tienen tanto terreno alrededor que parece un parque natural privado!  Tienen montañas, estanques, empiezas a andar y no lo terminas nunca!) y cuando regresábamos de nuestro paseo, ellos ya nos esperaban con una copita de vino buenísimo para antes de la cena!!! Qué más se puede pedir?!!! Ni que tuviéramos que trabajar 5 horas al día, nos sentíamos constantemente en deuda!.

Cortando la cola a las ovejitas, qué lástima!


Clasificando lana de merino
Pero cada vez les íbamos tomando más confianza y respeto. Quique ayudaba a Joe en tareas más varoniles y Blanca se convirtió en un pequeño brazo derecho de Carolynne, incluso cocinó  algunos platillos  españoles.  Pero uno de los días más entrañables fue el día que nos invitaron a ver los partidos de Rugby de la Copa Mundial en la casa del hermano de Carolynne. Para nosotros fue una experiencia única ya que significaba estar inmersos 100% en una típica reunión familiar viendo los "All Blacks" ( así se llama el equipo de Rugby Neozelandés) jugando contra Gales. En la reunión pudimos entender un poco el sistema del juego del rugby, ya que ninguno de los dos estábamos muy enterados, y nos contaron más curiosidades sobre la isla sur de Nueva Zelanda.


Triplano de Manfred Von Richthofen

Uno de los días, Joe, nos propuso una actividad para después de nuestra tarea del día. Se trataba de ir a visitar el museo de aviación que Peter Jackson tiene en Blenheim.  Fue un acierto absoluto porque a Quique le apasiona el mundo de la aviación, y el museo está muy bien montado y caracterizado.
Finalmente nuestra Woofing Experience llegó a su último día, nos despedimos de los Ferraby con lágrimas en los ojos y con la seguridad de haber vivido algunos de los días más bonitos de nuestro viaje. Nos quedamos con el corazón encogido y sin tener más que un enorme y sincero gracias para esta pareja tan entrañable!
Una bebé foca posando para Quique.
Una vez deshicimos el camino de ripio de los Ferraby, había que  mentalizarse a volver a la vida nómada del mochilero, y para ser sinceros, nos costó un poco. Pero enseguida le cogimos el tranquillo y de nuevo nos lanzamos a explorar los muchísimos rincones que  todavía nos faltaban  de la isla. Nuestra próxima parada fue Kaikoura. Joe nos había indicado un lugar muy especial para ver una "guardería natural de pequeñas focas". Sí! No estaba indicado ni nada, pero siguiendo las instrucciones de Joe, nos adentramos un pequeño sendero al lado de un riachuelo y al final de este había una pequeña cascada que formaba una bañera y en ella 30 ó 40 focas bebe saltando y jugando en el agua. De verdad que si no lo vemos no lo creemos!.
No paraban de moverse, pero al final les hicimos la foto!
Mamá foca con fondo de montañas nevadas
Por lo visto, las mamás foca dan a luz a sus bebés y durante un año las dejan en este lugar seguro y alejado de peligros para que crezcan y se hagan fuertes antes de salir al mar. Era tan dulce y divertido verlas, parecían niños de verdad! Su comportamiento es muy parecido al que puedan tener un grupo de niños entre 2 y 3 años, se hacían bromas, se perseguían, saltaban...los dos nos quedamos un buen rato a contemplar ese pequeño espectáculo de saltimbanquis  acuáticos!
Almuerzos con buenas vistas
Y de allí fuimos siguiendo la ruta aconsejada por Joe, dejamos la costa y nos adentramos hacia la montaña. Nuestra intención era ver el pico más alto de Nueva Zelanda, el monte Cook, con el cielo despejado.

Lake Tekapo




Y bien, cuanto más nos acercábamos  a las montañas más feo se ponía el día, empezó a llover y el  sol parecía que no salía.  Aún así, no perdimos el ánimo y sabíamos que todo mal no podía salir, así que focalizamos todas nuestras energías positivas en el buen tiempo y al tercer día salió el sol! ( el 70% de nuestros días en Nueva Zelanda tuvimos lluvia!).

Lake Tekapo

Vistas del Parque Nacional del Monte Cook, con  su glaciar, pero sin visión de la montaña Cook!

Detalle del glaciar


En definitiva, que ni vistas del pico ni excursiones especialmente bonitas por la zona. Nos conformamos en subir una montaña y ver algunas vistas del valle. De ahí fuimos a una población que nos había recomendado Carolynne, Wanaka.

Wanaka
Prados de Wanaka
La verdad es que el lugar era de postal y no podía ser más bonito, allí hicimos algunos paseos, compramos provisiones para el camping y ya que estábamos, aprovechamos para ver otro de los partidos de la Copa Mundial de Rugby....los cuartos de final estaban bien interesantes y había mucha rivalidad.
Vistas del Lago de Wanaka


El día siguiente amaneció precioso, un regalo de cielo azul sin nubes...y a Quique se le antojó que podía ser un día perfecto para dar una vuelta en su avioneta de los años 30!!! Es broma!!! Ojalá Quique tuviera ese juguetito para dar paseos por el mundo...no, la verdad es que en toda Nueva Zelanda te ofrecen constantemente vuelos panorámicos con avioneta, helicóptero...etc. En principio casi nunca nos hemos vistos tentados por esas ofertas, pero esta vez era diferente, el paseo era en avioneta clásica, un biplano precioso antiguo, y Quique no se pudo resistir!
Así que ya podéis ver al joven Quique vestido con chaqueta de piloto, pañuelo de seda y casco de piel en la avioneta...no podía estar más autentico, ni más feliz! Una vez encima de la avioneta, el piloto acompañante puso en marcha el biplano de los años 30, pero no arrancó de la forma más deseable, y Blanca se quedó en tierra, poco convencida por los ruidos del motor, y esperando que el motor del Tiguer Moth del 37 durara una vez más. Al final Quique voló unos 40 minutos y aterrizó perfectamente en el pequeño aeródromo de Wanaka. Bajó del avión entusiasmado y con la cara helada por el viento frío de las alturas.
Queenstown

Camino hacia al Milford Sound
De allí  fuimos haciendo ruta hacia Queenstown, todo el mundo queda entusiasmado con Queenstown, así que decidimos darle un vistazo.Y sí, Queenstown es muy agradable, es muy bonita y es más ciudad que el resto de pueblitos de la zona. Su oferta turística es muy amplia, pero es para presupuestos más holgados que el nuestro; sobretodo se basa en actividades de deportes de más a menos riesgo (según gustos y bolsillos) , paseos panorámicos, esquí, o simplemente  pasear por el lago  en bici y tomarse un café en las bonitas terrazas que lo rodean. Nosotros como ya habíamos hecho un poco de eso en Wanaka y como el tiempo no acompañaba decidimos quedarnos sólo un día y seguir camino hacia Milford Sound.


Cascadas

El tiempo volvió a empeorar y nuestras intenciones de hacer algunas caminatas por la zona se vieron fracasadas. Finalmente llegamos al Milford Sound y esa mañana en concreto no llovió ( algo extrañísimo si tenemos en cuenta que el Milford Sound llueve 320 días al año!) tomamos la barca que nos pareció más pequeña, barata y la que casualmente estaba menos masificada.

Milford Sound

En si, todos los paseos en barca por el Milford Sound ofrecen lo mismo; pasear a lo largo del fiordo hasta la salida al mar y acercarse lo máximo a las cascadas. No teníamos muchas expectativas puestas en el paseo, ya que estos atractivos turísticos  tan famosos al final  nos suelen decepcionar, pero aquí nos encontramos con la gran excepción, el paseo fue perfecto y las vistas muy impresionantes, quedamos muy satisfechos y con ganas de más! Incluso el día siguiente nos quisimos informar para ir a ver el Doubtful Sound ( que según la Lonely Planet es el más espectacular de todos), pero para ver este fiordo hay que pernoctar en el barco y los precios se disparaban demasiado, qué pena!  

Carreteras solitarias de N.Z.

Como el tiempo estaba mejorando nos animamos y pensamos que quizás podríamos hacer alguna de las caminatas que teníamos pendientes, pero sólo era acercarnos a la zona y el tiempo empeoró de nuevo...y otra vez lluvia, y más lluvia! Viendo lo que nos estaba ocurriendo decidimos no planear más y dejar las caminatas para otro momento. Hicimos un par de visitas a las poblaciones de más al sur de la isla y de allí nos dirigimos a Dunedin.

 
Estación de Ferrocarril de Dunedin
 
Los alrededores de Dunedin

 Esta ciudad nos la había recomendado Joe por la atmósfera joven y por las buenas fábricas de cerveza. En realidad en Dunedin no teníamos mucho que visitar, pero en cierto modo nos resultó una ciudad muy acogedora y con una estación de tren muy  bonita. En Dunedin nos hospedamos en un hostel muy curioso, era la antigua casa del obispo de la ciudad. Era una casa enorme con suelos de madera y un ambiente acogedor y amable. Nos encantó este lugar porque las habitaciones comunes eran grandísimas con techos altísimos, pero sin embargo no teníamos literas, solo camas individuales! En general todos los campings y hostales en los que nos alojamos eran geniales, lugares muy pensados y muy acogedores. Se notaba que el turismo de Nueva Zelanda estaba muy pensado para los mochileros!

Y nuestros días en la Isla sur iban llegando a su fin, pero antes hicimos una paradita de las nuestras en un lugar muy especial y muy recomendado por Joe, el pueblo de pescadores de Moeraki. Allí acampamos en camping precioso con vistas al mar y tuvimos mucha suerte con el tiempo, además pudimos ver el último partido de la Copa Mundial de Rugby en un bar local rodeados de pescadores locales.

Pero lo mejor era que los All Blacks tenían que jugar contra Francia. Y por fin...los All Blacks ganaron a Francia: que gran alegría! Brindamos con todos los Kiwis y nos alegramos enormemente de la merecida victoria!

El pueblo de Moeraki

 De allí volvimos de nuevo a nuestro punto de partida, Christchurch, para tomar el vuelo hacia Sydney. Nos despedimos con una foto genérica de New Zealand...podría ser cualquier lugar de la isla!