miércoles, 2 de noviembre de 2011

De San Francisco a Las Vegas

Melbourne, 2 de noviembre de 2011
 
San Francisco tras el Golden Gate

Una vez terminamos la ruta de los Redwoods teníamos dos caminos para acercarnos a San Francisco; uno era continuar por la costa y otro era adentrarse hacía el interior y hacer un “paseo por las nubes”…no, perdón, por los viñedos de Napa Valley!!! Así que gustándonos tanto el vino nos vimos tentados por la segunda opción. Nuestra visita fue a inicios de agosto, así que vimos los viñedos con todo su esplendor esperando ser cosechados. La verdad es que quedamos gratamente sorprendidos por lo bonitas que tienen las viñas y por todo el márquetin y ocio que han desarrollado a su alrededor; que si visitas guiadas, paseos a caballo, con bicicleta, paseos nocturnos a la luz de la luna con cena en las bodegas,…etc. Todo está pensado para tentar al visitante y hacer que se gaste unos dólares entre copas!  Lamentablemente nuestro presupuesto no nos permitió ninguna de estas actividades, pero por supuesto, nuestros pequeños picnics diarios siembre iban regaditos de algún que otro  Zinfandel tinto de la zona! (Hacemos mención de Zinfandel Tinto porque hace unos años que   California elabora un Zinfandel blanco, el White Zin, cuyo color rosa, y sabor dulzón, no tiene nada que ver con el vino de fama mundial que conocemos, pero por lo visto el White Zin es uno de los vinos más vendidos en Estados Unidos, ahí queda eso!)
Llegamos a la pequeña localidad de Sausalito y desde allí vimos por primera vez la ciudad de San Francisco al otro lado de la bahía. Sin pensárnoslo dos veces y con el riff de guitarra de Mrs. Robinson sonando a todo volumen en el coche, cruzamos el Golden Gate y entramos en la ciudad.
El Golden Gate es posiblemente el puente más famoso del mundo, se abrió al público en 1937 y tiene una luz (distancia entre ejes de pilas) de 1.283 m que no está nada mal para el año en que se construyó y no fue superado hasta 1964 (en la actualidad el puente más largo del mundo está en Japón y tiene 1991m de luz y el Golden Gate está en novena posición) si sumamos los dos tramos de aproximación la longitud total del puente es de 2930m.
Puente Golden Gate desde su extremo Norte

Golden Gate entre la niebla
Las dos torres de sustentación del cable principal tienen una altura de 225 metros (desde el agua hasta su punto más alto) y el tablero del puente está situado a 60m sobre las aguas de la bahía y está rigidizado por una bien proporcionada celosía de 7,6m de canto. Debe su nombre al estrecho en que se encuentra que es la entrada desde el mar a la bahía de San Francisco, fue bautizado así porqué recuerda al estrecho del Bósforo con su “cuerno de oro” que era la “entrada dorada” que conectaba Europa con Asia. Todo el puente está pintado de un intenso color rojo y debe de repintarse con frecuencia por la alta corrosión que sufre debido a las nieblas de la costa del Pacífico. Si se tiene la suerte de contemplarlo al atardecer en un día despejado su color parece cobrar vida y el puente emana todo su magnetismo. Nosotros tuvimos esa suerte la tarde en que llegamos, así que pudimos verlo en todo su esplendor. El resto de los días la niebla no dio tregua, pero aún así, el puente no carece de magia, en algunas ocasiones se pueden ver con toda claridad la parte superior de las dos torres mientras el tablero queda totalmente oculto.


Detalle del cable principal o catenaria de 90cm de diámetro

 En San Francisco nos esperaba Ricardo, un gran amigo de Quique que había compartido alegrías y penas en la Torre de Ciments Molins. Él y su novia Cristina llevaban cinco meses viviendo en San Francisco y nos acogieron calurosamente en su casa. De hecho, nada más llegar, Ricardo nos ofreció un delicioso salmorejo hecho por él para celebrar nuestra llegada. Estaba buenísimo!!! Ricardo nos estuvo explicando cómo es la vida en California y como tenía algunos días libres nos pudo acompañar en unas estupendas visitas a la ciudad por rutas alternativas.

Vistas de la calle Lombard

Con él visitamos el Golden Gate e incluso lo cruzamos a pie, también visitamos el “Fisherman’s Warf”, las casas victorianas y Haight Ashbury que es la calle de los hippies aunque ya no es lo que debió ser… Y por supuesto la famosa calle Lombard con sus curvas puestas por puro capricho.


 
Ricardo y Enrique tomando el fresco en San Francisco





Edificio Pyramid, el más alto de San Francisco


Quique y Blanca tomando el fresco en San Francisco
Para caminar por San Francisco uno tiene que guardarse el aliento ya que es un no parar de subidas y bajadas, en ocasiones se puede ver a la gente subiendo de espaldas para evitar cansarse tanto!!! Ricardo ya llevaba unos cuantos meses de entrenamiento, pero nosotros tuvimos que parar alguna que otra vez para coger aire. Y después de varios días con nuestro buen cicerone subíamos por las calles estupendamente y no nos quedó casi ningún rincón por visitar!!

El Puente de la Bahía desde Chinatown

En la ciudad es también famoso su tranvía, éste está tirado por un sistema de cables que se encuentran bajo la calzada, en un principio los tranvías estaban tirados por caballos, pero los pobres animales quedaban rendidos después de tanta subidita. Así que adoptaron y desarrollaron un tipo de sistema de cables que se había probado en Inglaterra. En este sistema los cables están en continuo movimiento y los tranvías tienen un enganche con una especie de embrague que evita que se dañe el cable así como violentas sacudidas en el momento de ponerse en marcha.


San Francisco es una de aquellas ciudades que, aún sin haber estado, resultan familiares y es que las hemos visto muchas veces en el cine… Quique no paraba de pensar en James Stewart siguiendo disimuladamente a Kim Novak en Vértigo para luego rescatarla de un intento de suicidio bajo el Golden Gate –“Poobre muchachaa”-. O a Michael Douglas siguiendo a Sharon Stone por esas subidas interminables… Y es que San Francisco ha sido el escenario de un montón de historias y a nosotros nos resultaba increíble poder visitarlo!
Puente de la Bahía, otro de los puentes más espectaculares de San Francisco
Pero todo lo bueno se acaba y después de pasar un montón de buenos ratos con Ricardo y Cristina nos tocaba ponernos en marcha otra vez. Nuestro siguiente destino era el parque nacional de Yosemite y Ricardo nos dio un montón de valiosos consejos para visitarlo. Nos despedimos con tristeza de nuestros anfitriones y nos pusimos en camino hacia el parque.
Yosemite es uno de los parques nacionales más visitado de los Estados Unidos, es un bello paraje de bosques y prados entre unas inmensas moles de granito.
Parque Nacional de Yosemite con el Half Dome a la derecha
Debido a su fama y a su proximidad a la ciudad de San Francisco acostumbra a estar siempre muy lleno de gente. Y es que los americanos cuando van de camping van a lo grande. Normalmente llevan un enorme “pick up” remolcando a una enorme “roulotte” con un montón de estancias telescópicas. Además llevan las bicis enganchadas a algún extremo, kayacs o lanchas y si queda algún espacio libre, ellos le enganchan algo… Al final nos dimos cuenta de que, en verano, todos remolcan algo, algunos llevan auténticos autobuses y lo que llevan a cuestas es el coche. Un día incluso vimos a uno remolcar un avión (no es broma)… La cuestión es que para entrar en el parque tuvimos que hacer una larga caravana entre esas enormes “roulottes” y nos daba la sensación de que el parque de Yosemite era como una especie de parque temático… Pero la verdad es que el parque (como todos los que hemos visitado en los Estados Unidos) está perfectamente cuidado; hay centros de información y caminos para todo tipo de excursionistas. La única pega es que muchos lugares pierden parte de su encanto cuando están algo abarrotados (y nosotros no éramos más que otros más)… Eso sí, la gente que visita los parques es muy respetuosa (mucho más que en España) no se ve basura en ningún sitio, y son verdaderamente amables, nosotros dormimos en un camping a más de 2000 metros de altura y la primera noche heló, como era verano no habíamos venido muy equipados y no habíamos traído leña para encender fuego en nuestra zona habilitada, al vernos temblando se ofrecieron rápidamente a prestarnos leña y líquido incendiario para hacer una buena hoguera!!!

Blanca entrando en calor

 En Yosemite, como en muchos otros parques hay osos y éstos pueden ser verdaderamente peligrosos si detectan comida. Por eso no está permitido dejar comida en el coche y mucho menos tenerla en la tienda sobre todo si hay alguien durmiendo. Para guardar la comida tienen una especie de armarios metálicos y la basura hay que tirarla a unos contenedores metálicos equipados con sistema de apertura anti-osos. A veces hay que estar un rato para averiguar cómo se abre el maldito chisme anti-osos!
Una de las cascadas de Yosemite
Meadows de Yosemite
Después de tres días haciendo excursiones por el parque nos pusimos en marcha hacia Los Ángeles.
Los Ángeles es una ciudad extraña, en general la gente que ha estado no la recomienda demasiado… Quique y Blanca tenían sus diferencias; Quique tenía cierta curiosidad y le hacía ilusión visitar los estudios de cine,  Blanca ya había estado y volver no le motivaba un pimiento así que no se cansó de advertir a Quique que Los Ángeles eran un montón de barrios juntos, que no era ninguna ciudad con un centro urbano de interés y que el paseo de las estrellas no era para tanto. Finalmente decidimos ir para ver los estudios de cine e irnos. Íbamos por una autopista en dirección a la ciudad pensando en parar en algún motel a las afueras e ir a visitar los estudios al día siguiente, pero no vimos ninguno así que seguimos y seguimos y sin darnos cuenta estábamos en una autopista de 6 carriles por sentido en medio de la ciudad. A quién se le ocurre meterse con el coche en una ciudad de 18 millones de habitantes sin un mapa y sin un GPS? Pues a nosotros!!! Salimos de la autopista y nos fuimos perdiendo por avenidas según nos parecía, vimos una calle que ponía Rodeo Drive, y como nos sonaba de alguna película decidimos meternos. De repente empezaron a aparecer tiendas de Louis Vuitton, Dolce Gabanna y Cartier entre otras, como vimos que no era nuestro tipo de avenida seguimos callejeando. De repente vimos otra señal que indicaba Beverly Hills y como también nos sonaba, pues eso, también nos metimos, y de repente nos vimos en una avenida con palmeras a los lados entre mansiones y coches de lujo. Y cuando nos cansamos del barrio, pues eso, nos fuimos. Y ya lo dice el refrán, “no quieres sopa, pues dos tazas” nos gustase o no ya estábamos en medio de Los Ángeles y por si fuera poco después de tanto callejear estábamos totalmente perdidos. Decidimos buscar un motelito dentro de la ciudad, vimos una indicación hacia el aeropuerto y la seguimos pensando que posiblemente encontraríamos uno por la zona. Y los había naturalmente, pero ninguno se adaptaba bien a nuestro presupuesto y como nosotros no estábamos muy por la labor de adaptarnos al suyo seguimos buscando. Sin darnos cuenta llegamos a la playa, seguimos buscando pero seguimos sin encontrar nada de nuestro agrado presupuestario… El tiempo pasaba y estaba empezando a oscurecer, y nosotros dando vueltas en una ciudad imposible, sin encontrar ningún sitio para pasar la noche. Finalmente vimos un “Starbucks”; una de esas cafeterías con Wifi y pensamos que si podíamos conectarnos a Internet podríamos averiguar donde habría un buen alojamiento acorde a nuestro bolsillo. Entramos en el Starbucks y pedimos un café pero cuando nos quisimos conectar no se podía; el wifi no funcionaba!!! Salimos para encontrar otro sitio con internet y después de otras cuantas vueltas lo encontramos. Una vez dentro pedimos algo pero cuando Quique quiso pagar y se vio con que no tenía efectivo y que aquel bar era el único de toda la ciudad en el qué no aceptaban tarjetas. Así que pidió indicaciones para un cajero, el camarero no lo sabía y transmitió la pregunta a otro compañero, a partir de ese momento, entre los camareros del bar se abrió un interesante debate sobre donde podía haber un cajero automático. Finalmente uno de ellos se aventuró a decirnos que era posible que hubiese uno en una calle que estaba a tomar… bueno eso, que estaba muy lejos. Así que Quique fue al cajero para sacar efectivo, para pagar la coca-cola, para consultar internet, para encontrar un motelito económico, para ver donde estaba, para pasar la noche. Y dónde dijo el camarero, naturalmente, no había ningún cajero así que a preguntar otra vez hasta que al cabo de unas cuantas vueltas y preguntas lo encontró. Mientras, Blanca, en el bar, ya había encontrado un motel normalito en internet que parecía que estaba cerca de donde estábamos, hizo la reserva y anotó las instrucciones de cómo llegar del “google maps”. Quique llegó y pagó religiosamente, y en plena noche, nos metimos en el coche y venga, una avenida, luego una calle, luego otras 30 indicaciones y luego una de esas autopistas de 6 carriles por sentido durante 50 km hasta nuestra salida. No aparecía, nos la habíamos pasado!!! Ahora sí que la habíamos fastidiado!!! Decidimos salir por la primera salida para dar media vuelta y asombrosamente, esa era la nuestra… Al final llegamos al motel. Esa noche Quique le prometió a Blanca que nunca jamás harían una visita de oído a una ciudad tan grande y que prestaría más atención a sus consejos y sugerencias.

Quique y Blanca en los estudios de la Universal

Al día siguiente, eso sí, por fin a los estudios de la Universal. La visita a los estudios es similar a la de cualquier parque de atracciones, la única diferencia es que cada atracción está basada en alguna de sus producciones ya sean series o películas. En la visita se pueden ver algunos de los decorados utilizados; calles totalmente ambientadas en el siglo XIX, restos de un accidente aéreo. Se puede ver al tiburón de Spielberg (aquel que tenía la mala costumbre de comerse a hippies que se bañaban desnudas por la noche) o el motel de carretera de Norman Bates (dónde no es recomendable usar la ducha!!) entre otros. El resto del parque son atracciones y espectáculos más o menos entretenidos, algunos están realmente bien, en especial nos gustó uno que explica cómo se hacían los efectos especiales (en tiempos de los calamares gigantes) y como se hacen ahora (con esos fondos de color verde). Otros espectáculos están  basados en los peores bodrios de Hollywood como “La Momia”, “Fast and the Furious” o “Waterworld” espectáculos  dónde de repente y sin ninguna razón se ponen a dar mamporros y a pegar tiros. En fin, en nuestra humilde opinión, el parque de los estudios de la Universal está muy bien como parque temático pero no es el mejor lugar para los amantes del cine.
Después de los estudios dimos un breve paseo por Hollywood Boulevard (dónde están las estrellas de los famosos en el suelo) y pasamos por delante del Teatro Kodak (dónde se entregan los Oscar). Sólo nos quedaba hacernos una foto delante de las letras de Hollywood para dar por concluida nuestra visita, pero aunque esta vez sí sabíamos cómo llegar, ya estábamos un poco cansados de tanto decorado y nos dio pereza, así que nos metimos en otra de esas autopistas de 6 carriles por sentido y recorrimos más de 200 km por dentro de la ciudad antes de poder salir de ella y encaminarnos hacia Las Vegas.
Al día siguiente el termómetro del coche marcaba más de 35 grados mientras cruzábamos el desierto.  De repente, en medio de la nada, una ciudad. Para acompañar nuestra entrada a la ciudad Quique tenía preparados unos cuantos temas de Elvis así que con el “Suspicious Minds” del Rey del Rock nos metimos en Las Vegas.
Calle Fremont de noche

Nuestro hotel de las Vegas, entramos con nuestras mochilas y nuestra neverita 
Nos hospedamos en el Golden Nugget un hotel de los más antiguos situado en la famosa calle Fremont. Nos extrañó que aún siendo un hotel de 4 estrellas fuera más barato que un motel de carretera. Luego supimos porqué; es tal la cantidad de hoteles de la ciudad del ocio que los hoteles deben poner precios económicos. Luego harán todo lo posible por favorecer que te gastes  todo lo que tengas en el casino. Por la noche salimos por el strip que es como se conoce a Las Vegas Boulevard que es la calle principal donde están todos los hoteles con sus casinos. La mayoría de ellos están perfectamente ambientados en las ciudades más famosas; el “Venetian” que se supone que es Venecia con sus canales y su puente de Rialto junto al palacio ducal y la plaza San Marcos, el “Paris Paris” con su torre Eiffel su trozo de Louvre y su trozo de edificio de la Opera, el “Caesar Palace” con su coliseo, el “Luxor”, una pirámide de Egipto, otro que es la ciudad de Nueva York y muchos más. Todos ofrecen espectáculos memorables, había dos espectáculos permanentes del “Cirque du Soleil”.

Hotel Venetian

El Paris Paris




 


Blanca paseando por el Palacio Ducal
  Los casinos son lugares extraños, en las Vegas puedes encontrar todo tipo de gente; abuelitas octogenarias enganchadas a las máquinas tragaperras, cowboys, sombrero incluido, dándolo todo en las mesas de Black Jack, gente de etiqueta jugando partidas de poker en salas privadas, mujeres de buen ver tirando los dados, horteras, quinquis, chulos-piscinas, muchachas de moral distraída, gansters, turistas de todo el mundo y naturalmente nosotros que también estábamos por ahí.
En las salas de juego no hay noción del tiempo, no hay relojes, no hay manera de saber si es de día o de noche, las sillas son cómodas, se puede fumar pero no huele a humo. Todos los sitios para jugar tienen su sitio para poner la copa que cuando se vacía viene el camarero corriendo a rellenarla no siendo que te muevas de tu sitio de juego. Ah! Y naturalmente aire acondicionado por que durante un día de verano no se puede salir a la calle a no ser que quieras derretirte.

Interior de uno de los casinos
Nosotros queríamos jugar, elegimos la ruleta porque era el único juego que éramos capaces de entender y compramos unas cuantas fichas. Al principio todo iba bien, empezamos haciendo muchas apuestas en cada partida y lo que perdíamos era más o menos lo que ganábamos, pero tuvimos suerte en un par de manos y empezamos a ganar. Quique se volvió impaciente y ambicioso y quiso apostar un montoncito al rojo. Perdimos. A partir de ese momento todo empezó a ir mal, dejamos de estar en racha, y seguimos perdiendo. Llegó el momento en que no teníamos ni para la apuesta mínima y nos ofrecieron la posibilidad de recomprar, Quique estaba por poner en la mesa todo, hasta las llaves del coche de alquiler, pero Blanca le convenció de que era mejor retirarse… Así que un desastre, no ganamos nada!!!
Las Vegas
 Al día siguiente consideramos que ya habíamos tenido suficiente de Las Vegas, que ya habíamos visto suficiente cartón piedra. Por la mañana del día siguiente nos metimos en el cine para ver la última película de Harry Potter y luego visitamos lo que más nos gustó de Las Vegas: el “Bass Pro Shops”; una tienda de artículos para ir al campo; ropa de montaña, de playa, artículos para ir de pesca, incluidas lanchas fuera borda!! Nada digamos que es como un gran Dechatlon pero ambientado como un antiguo “lodge” de montaña de dimensiones faraónicas, en el interior hay ríos, cascadas, acuarios para practicar la pesca de la trucha además de todos los cacharros que uno se pueda imaginar, y barato. Así que dada nuestra inepcia en el juego decidimos invertir en algunos caprichos campestres como dos sombreros que nos iban a venir muy bien para visitar el salvaje oeste que era hacia dónde nos dirigíamos.

2 comentarios:

  1. Que pasada de fotos! Yo voy a San Francisco en 3 semanas a ver si me recomendais que hacer

    Un abrazo a los dos!

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  2. Hola! Excelente cronica, se nota que la han pasado de maravilla. Y no es para menos en lugares tan hermosos como en los que ustedes estuvieron. Por lo menos asi se ve en las fotografias... Por lo que tengo entendido, los hoteles mas feuchos en las vegas son similares a los hoteles 4 estrellas en argentina, es asi?? Gracias!

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